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¿Qué es el diseño atemporal?

Cuando hablamos de diseño atemporal no estamos considerando únicamente una estética invariable a lo largo del tiempo, sino que hacemos referencia también a la experiencia de la marca y su crecimiento a través de los años.

Una inversión inicial de estrategia e identidad ayuda a la creación de una marca perdurable que pueda ir creciendo y expandiéndose a lo largo del tiempo.

De acuerdo con los conocimientos que brindan el campo de estudio del branding y la estrategia, acompañados por la experiencia trabajando con diversas industrias, sostenemos que el mejor recorrido para una marca es aquel que le posibilita una evolución continua, facilitando su desarrollo a partir de sus bases o valores intrínsecos.

Partiendo de una historia compartida y de la propia reputación de la marca, los nuevos productos o servicios que esta ofrezca tendrán una aceptación más favorable por parte de los consumidores.

Por ejemplo, si un producto de nuestra compañía ha logrado mantener (o incluso mejorar) su calidad, prestaciones y ventajas comparativas a lo largo del tiempo, podemos asumir que su proceso de compra ya forma parte de los rituales diarios del consumidor y este lo realiza de manera casi inconsciente. Deberíamos entonces aspirar a perpetuar estas condiciones que permitan evitar poner en juicio la decisión de compra o elección de nuestro producto por encima de otros.

Una marca debería seguir el mismo principio si se tiene claridad sobre los objetivos y metas establecidos a mediano o largo plazo. Es por ello que la creación de la identidad excede su parte gráfica, su nombre o su logo. La marca se percibe como un conjunto: con cada interacción con sus proveedores, clientes, con las comunicaciones que genera y por sobre todo con la forma en la que presta sus servicios.

Entonces, ¿de qué manera definiríamos algo atemporal?

Al pensar en este concepto, seguramente lo primero que viene a nuestra mente es un elemento que no hace referencia a un tiempo específico. Sin embargo, nuestra experiencia nos inclina hacia una definición con un sentido opuesto: lo atemporal no indica su tiempo porque carezca de la posibilidad de identificarse con un momento específico, sino porque va más allá de un periodo determinado. Es decir, su existencia es compatible con el presente, el futuro y aún con el pasado. No está limitado por las modas o la tecnología de un momento preciso y, por ende, tiene la capacidad de dejar una impresión duradera e indeleble.

Del mismo modo, la atemporalidad está ligada a la simplicidad. Cuanto más sencillo sea el uso, la percepción o la implementación de un objeto o herramienta determinada, mayores serán las posibilidades de que su concepto intrínseco perdure en el tiempo.

Para ilustrar esta premisa, podemos pensar en los materiales y objetos que utilizamos en el día a día y que han persistido a lo largo de los años en nuestra sociedad. Seguramente descubramos que muchos de ellos fueron desarrollados buscando e inspirándose en la naturaleza y sus mecánicas. En el diseño de interiores de un hogar podemos encontrar superficies y muebles basados en líneas simples y el uso de materiales naturales y persistentes, cómo pueden ser la madera, el granito, el mármol o la piedra, proporcionándonos una arraigada sensación de “hogar”.

Si pensamos en el diseño industrial, específicamente en el aeroespacial, podemos apreciar cómo los aviones y otros vehículos “se inspiran” en la arquitectura de las aves y sus alas. Podemos reflexionar también sobre otro medio de transporte: el auto y en la forma en la que se maneja. Si bien los avances en materia de seguridad y comodidad han sido múltiples a lo largo del último siglo y medio, la esencia del automóvil continúa siendo la misma: un carro de cuatro ruedas impulsado por un motor y comandado a través de un volante y unos pedales. Todos estos ejemplos encuentran una clara conexión con la frase usualmente atribuida al estadounidense Thomas Bertram Lance: “if it ain’t broke, don’t fix it (“si no está roto, no lo arregles”).

En nuestra vida actual nos parecería absurdo no poder contar con ciertas comodidades o bienes de uso que nos resultan indispensables y que ya forman parte de nuestra rutina, y de un modo similar, para el desarrollo de una marca atemporal, debemos lograr que nuestro producto o servicio resulte esencial para nuestro público objetivo. Pero para poder alcanzar dicho púbico es importante participar en un dialogo continuo con las necesidades de nuestros clientes y las fluctuaciones del mercado para poder evolucionar y estar presentes en la resolución de nuevos desafíos causados por los cambios socio/tecnológicos.

El ser funcional, el distanciarse -conceptualmente- de las modas mientras se permanece alerta acerca de las nuevas tendencias, el emplear los recursos de manera racional y adoptar los cambios de forma segura y sin generar ruido en el proceso de comunicación con nuestros clientes, son acciones que nos impulsan a perdurar -como marca- a lo largo del tiempo.

En un mundo de creciente velocidad y evolución constante, con innumerables tendencias efímeras que pueden desviar nuestros objetivos y metas a largo plazo,la capacidad de trascender -e incluso- resistir debe convertirse en un rasgo distintivo de nuestra identidad. Es de crucial importancia ofrecer a aquellos que nos conocen el confort de un hogar, la certeza de una elección correcta, la sensación de pertenencia.

Crear una marca, un producto o un servicio de larga durabilidad implica un enfoque a mediano y largo plazo. Requiere inversiones conscientes basadas en información y una clara intención de crecimiento o mantenimiento de lo ya establecido. Es ofrecer un respaldo constante y generar confianza en nuestros clientes a lo largo del tiempo.

Y en cuanto a un logo, ¿que lo haría atemporal?

El diseño atemporal es la encarnación de la estética, la relevancia y la utilidad duradera. Es una creación que permanece relevante a lo largo del tiempo, inspirando admiración sin importar cuándo fue concebida. Un diseño trasciende temporalmente cuando es simple, pertinente y se alinea intrínsecamente con la identidad y la personalidad de la empresa que representa. Su estética, que abarca el color, la tipografía, el estilo y la morfología, debe ser aplicable y comprensible a lo largo de los años, sin estar sujeta a las tendencias pasajeras. Además, debe adaptarse sin esfuerzo a diversos medios digitales, impresos o virtuales, y ser fácilmente reproducible. Se dice que hasta incluso un niño debería poder dibujarlo, cómo ilustramos con este ejemplo de Sodimac:

Sodimac logo

Como último punto, cabe destacar que en forma simultánea a la concepción estética de un logo también se requiere un análisis exhaustivo de la industria y de sus actores clave para desarrollar una marca o un ícono que sean claramente identificables frente a la competencia, pero que al mismo tiempo continúen resonando en la mente de los potenciales clientes durante muchos años por venir.

Si necesitas ayuda para comenzar con un proyecto o estás pensando en hacer crecer tu negocio o empresa no dudes en escribirnos a ciao@althaus.agency o bien reserva una sesión de estrategia a través de nuestro calendario.